Los micromachismos nos duelen mucho, pero cuando violan a tu amiga no sabes qué recomendarle.
Si denuncia a la policía, es posible que se encuentre en un juicio en el que se niega la violación, aunque haya un vídeo de cómo 5 tipos la tienen acorralada en un portal y se la turnan a su antojo.
También puedes aconsejarle que se lo cargue, entonces sí que funcionaría la justicia y terminaría alguien en la cárcel, ella.
Como tercera opción está decirle que se tiene que defender, afortunadamente no le quedará ningún recuerdo de lo sucedido porque lo más seguro es que ya esté muerta.
3 distintos finales, 3 respuestas que nos dejan igual o peor. Nos hacen creer que estamos a salvo, protegidas. Que si abusan de nosotras, se hará justicia, pero esa palabra nunca existió para nosotras.
Ojalá nos dieran una solución efectiva, pero nos han demostrado -reiteradamente- que estamos a la voluntad de un Dios que ni siquiera existe.
No podemos esperar a otra Diana Quer, Sandra Palo o Marta del Castillo. No podemos permitir que se entreviste a otro “El Rafita” en un show de televisión para que se le pague una cantidad de dinero mientras le dice a una madre que su hija asesinada no descansa en paz por su culpa. Porque no somos el morbo de tu viernes noche.
No sirve quedarnos sentadas cuando un padre toca a su hija de 5 años y un juez no imparte justicia porque una niña no se quejó de que una figura autoritaria ejerciera abusos sexuales sobre ella. Podría haberse quejado y haber terminado con una paliza, torturada o muerta, pero el juez debió pensar que una niña de 5 años tiene la capacidad de aceptar algún tipo de relación sexual.
No sirve quedarnos calladas cuando un tío tiene un álbum de fotos sexuales de su sobrina, y se culpa a la víctima por “permitir” hacerse esas fotos bajo cualquier tipo de extorsión.
En qué momento dejaron los violadores de serlo para convertirse en víctimas cuando las suyas decidieron hablar.
Sólo me pregunto, ¿cuánto tiempo se van a seguir ignorando nuestras palabras?
RAINBOW DOMUS 